7.11.11

Agua de espada

Yo qué voy a saber de metáforas y alegorías, mucho menos de parábolas, las cuales Juan Carlos Morales ama; o de lo que en realidad quiere decir tal o cual cosa, en un libro. Mis ojos recorren las palabras, las raspan, las degradan, mas nunca reparan en que tan doble o triple su significado pueda llegar a ser. Trato, yo solo trato, de dejarme llevar de A a B, y de ahí a la Z, pasando por J y la X, zigzagueando a través de los árboles, cruzando umbrales, ora en papel, ora en la vista, sin caer en lo límpido, lo falaz, lo vivo y lo muerto de aquellas palabras. Las metáforas y las alegorías, crueles señoras de la retórica, brican a mi paso, olas marinas perdidas en un río a la entrada de mi pueblo. ‘¡No sois de aquí, por tanto, os ignoro!’ les digo. ‘No seré sumergido en mi caudalosa ignominia. No más.’ Así que halo con todo de las bridas, frunzo el ceño, y galopo. Hago por mi hogar.

“…, cual agua de espada, manaba sin cesar…”

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