12.4.12

ACG

La Asociación Cartelista del Golfo, grupo de reciente alcurnia, y constante donador de grandes sumas de dinero a caridades relacionadas con la desintoxicación de niños y adolescentes, se ha convertido en una de las potencias económicas mundiales. Habrá que aclarar que tal asociación, como toda que se precie de ser respetable, tiene un origen tan oscuro como el cuento del huevo y la gallina. El caso es que tal asociación, como toda que se precie de ser exitosa, tuvo que desafiar el status quo, mutar en lo impensable, y traspasar la barrera de un simple acto de prestidigitación local para convertirse en un mastodonte de la salud mundial; económicamente hablando, por supuesto. Hace muchos años, tantos que todos los altos ejecutivos de tal grupo que se han retirado apelan no recordar la edad que tenían cuando Osiel Cárdenas fue enviado a las sombras para algún día salir de ellas para ocupar un asiento al lado de Carlos Slim en la Cámara de Empresarios por un Bien Común, la ACG era una banda de traficantes de sustancias que en aquel entonces eran consideradas peligrosas para la salud. Claro, el alcohol y el tabaco han sido peligrosos desde siempre. Sin embargo, la hipócrita legalidad, con sus vaivenes y contraltos, creo una excusa poderosa para cualquier mal padre que achacara su mal actuar a cualquier factor externo: se les podía comprar en casi toda esquina de casi toda ciudad. Vaya, exclamaba cada uno de estos padres, si se pueden comprar en cualquier changarro, no pueden ser tan malos. Veintitrés años después de la convenientemente siempre mencionada Tarragona, y ante la baja afluencia de efectivo, aunada al descontrolado terror que impartía ya La Mano Con Ojos en los corazones de los traficantes de Latinoamérica, la organización que nos atañe sacrificó una cantidad considerable de sus miembros, sicarios sobre todo, invirtió fuertes cantidades en energías renovables, se puso al corriente con ciento séis años de impuestos atrasados, limpió sus finanzas, y comenzó un largo camino en la explotación de lo que "ser Tamaulipeco" quiere decir - pemoles y cueras de por medio. Aceptémoslo, cuando los políticos, incluso los de Estados Unidos, quienes se vieron altamente conmovidos por la ayuda que la ACG prestó a todos los indocumentados mexicanos para que volvieran a su hogar y rerecomenzaran sus vidas en un lugar lejos de los céspedes americanos, ven millones de dólares rozar las llemas de sus dedos, activan inconscientemente la oportuna cualidad de hacerce güeyes y ver para otro lado. Entonces, ojos al piso, manos extendidas, y saliva por los suelos, la memoria se les nubla, cual si bebiesen ajenjo, y perdonan a aquellos con suficientes méritos para transformarse en personas de bien. Además, habrá que mencionar que la en aquel entonces en proceso de convertirse en ACG prestó a aquellos pistoleros que no había aniquilado, al ejército para la caza de aquel antiguo brazo de los Beltrán Leyva, quienes lejos de respetar al pueblo como cualquier cártel de la epoca hacía, empezaron un escalada de violencia tan dantesca, que eliminaron al cuarenta y cinco por ciento de la población del estado de México. Tal ayuda no fue provista en vano ya que Osiel, aquel Osiel de tantos narcocorridos, al regresar a su país de origen fue recibido con el puesto máximo de responsabilidad en una asociación que nunca dudo en llamarse guardiana de las buenas costumbres.

El autor de este texto tiene dos puntos convenientes por tratar:
(1) Pedir a sus tan amados lectores se le perdone tanta exageración.
(2) El heredero de Osiel Cárdenas Guillén, ahora de setenta y trés años de edad, no ha sido decidido, y se tratará en posteriores publicaciones.

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