5.2.13

Ficción

Sggfroida Luuqfrel cobró gran notoriedad a los 137 años vascardianos cuando pudo descubrir el secreto más grande de la psique de cualquier humanoide que haya crecido inmerso en la tecnología: el pantano es el lugar en el que inconscientemente deseamos vivir. Tan de buenas se levanto el día de su descubrimiento que no sólo ideó 1, sino 3 principios que rigen tal deseo reprimido. La escuela rival de los Luuqfrelianos argüía que uno busca la cercanía del mar para construir el hogar ideal (lo que sea que eso quiera decir), y que el fango distaba demasiado de ser idóneo. Claro, según el consenso general entre los estudiantes contemporáneos de la psicología, tal escuela estaba llena de ignaros románticos, y que si bien la costa era el sueño del hombre promedio, el fango era una mejor representación de la realidad. No sobra mencionar que aquella escuela fue carbonizada en un escueto accidente culinario propiciado por el romanticismo de la carne de ttnebo a la madera. Volviendo al tema, los 3 principios antes mencionados son: a) si bien es 99.99% factible que todo ser humanoide tiene un ancestro que en cierto momento de su historia vivió en el mar, seguramente el primero que pudo cambiar de depender de uno de los 987 elementos descubiertos en uno de los 147 estados de la materia a otro, se arrastró por el fango de un manglar o del delta de un río de forma trabajosa, lo cual contrasta demasiado con la siempre elegantemente estúpida visión de alguien sacudiéndose  la arena mientras dice de forma soslayada, ¡uff, qué viaje! b) se diga lo que se diga, el hombre necesita vivir en un lugar escasamente idílico para poder desear los cielos de forma plena. Esto es, ¿cómo voy a desear un muladar como la gracia eterna si habito a un lado de mar, bañado en brisa y arropado por el sol hasta el fin de los días mientras escucho música alegre?, se escucho decir al primer profeta de la fe oficial de la galaxia antes de escapar en un bote savvyano clase C con un par de chicas de largo cabello. c) los emparedados que se logran preparar con gilgyei son tan suculentos como uno recuerda era la comida que la abuela ceremoniosamente preparó cada domingo antes de desaparecer en un bote savvyano clase C. Luuqfrel alcanzó fama académica inconmensurable ya que al haber bastantes mundos recientemente descubiertos y por consecuencia instruidos en el credo oficial, la cantidad de gente que busca el obtuso calor de la psicología moderna después de llegar a aborrecer la infelicidad que destila de las insufribles bobadas de tal credo llegó a los millones. El psicólogo pudo finalmente costear una casa al lado del mar en Escuinapa Gamma, lejos, muy muy lejos de cualquier clínica en el sector médico de aquel brazo de la galaxia.

Escuinapa Delta es altamente recordada por ser la cuna de Ssado-Ul Aa Mg, bardo intransigente y poseedor de una imaginación tan conspicua como la de un trillón de bestias Bq puestas juntas (cabe hacer paréntesis y mencionar la falta de mofa en esta comparación: las bestias Bq son los seres vivos más imaginativos que jamás han existido, aunque pocos lo saben ya que nunca desarrollaron un sistema que les permitiera escribir con semejantes pezuñas, y han sido convertidas en infravalorados animales de carga como todos tristemente sabemos). Aa Mg es adorado literalmente en su sistema natal ya que tuvo la muchas veces grandiosa idea de incluir el nombre de su estrella en su grandiosa novela; y lo más encomiable fue no sólo eso, sino escogerlo para un lugar apacible y despejado, lleno de gente sonriente poco atareada con la vulgaridad de la vida en cualquier megaciudad. Obviamente el nombre se convirtió en vórtice donde se fundían ficción y realidad, y todo catedrático de tatrametraliteratura orgulloso de su título estudió el uso de tal nombre. Lo maravilloso de todo esto es que Aa Mg creó un sinfín de lugares, personas, animales, plantas, sentimientos y situaciones para poblar aquel planeta ficticio al que sin más bautizó como Erde, además de tener éxito cubriendo cada una de las cinco corrientes tatrametraliterarias de aquel entonces. Claro, la obcecomedia fue lo más destacado y popular gracias a las peculiares costumbres de los habitantes del falso planeta (como sentirse ofendidos por una ridículamente vasta cantidad de cosas ridículas, como sentirse los enviados de tal o cual dios, como comprar estatus, o como arreglarse para ir al centro deportivo), pero el soddrama con el que salpicó a su creación atrajo miles de cientos de miradas de críticos de nariz altiva quienes literalmente aplaudieron su obra de 149 tomos. Las experiencias cotidianas en ese planeta rayaban en lo oscuro de acuerdo a los Luuqfrelianos ya que pocas veces se ha visto el instinto de autoextinción de aquellos erdeanos. Vaya, hemos escuchado de planetas que se tunden hasta el exterminio de formas brutales o sofisticadas, pero, ¿matarse entre naciones por cuánto se mueve a la izquierda o la derecha una línea imaginaria, o por la deidad preferida de uno quien tal vez toma el té con todas las demás cada tarde? En estos tiempos, alguien como Adolf, Ruhollah, o Benjamin es imposible; y alguien que busca implosionar tales espacios lo es aún más. Se podría mencionar la cascada de personajes obtusos e infames que pueblan aquella verdiazul esfera, pero tanta mala leche de un sentón es poco recomendable. No es necesario haber leído la historia del planeta para perder la razón; todo fue tan bien diseñado por el autor que la combinación de sonidos de cada uno de los nombres le hiela al lector el alma y le carcome la razón. De cualquier manera, Yvvngha Lark, alto psicotra de los Luuqfrelianos, le nombró como manual de todo lo que la galaxia debe evitar para sobrevivir, y de todo lo que cualquier ser hasta cierto punto pensante debe saltarse para no atragantarse con el desayuno. Debo mencionar que el detalle de tal lugar ha hecho a algunos pensar que no es ficción, y que esa raza tan primitiva y graciosa vive sus desventuras en el polo opuesto de la galaxia. Por supuesto, otros piensan que algo tan patético es imposible, y que Ssado-Ul Aa Mg goza de una imaginación privilegiada. Aunque hay un hombre, Matilo Asdrúbal, quien jura haberlo visitado gracias a la infame conspiración del universo en su contra.

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