15.4.13

литературный

Después del complicado inicio, las palabras salen, se liberan, y chocan unas contra otras, dando vida a una historia. Uno, cual Posidón, conduce el oleaje de la narración, quitando y poniendo, ahogando serpientes marinas y guiando ballenas. La historia, a veces de un azul encrespado, a veces de un negro mariánico, tiene un hado no definido. Por lo cual, uno no tiene control total del destino del personaje que se ha sumergido en un mar de palabras que le cambiará. La narración hunde no sólo a los personajes, sino al autor mismo. Pocas veces, ya sea como autor, ya sea como personaje, se puede escapar del desastre. El frío mar nocturno lo invade todo. No importa cuanto se agiten los brazos, uno termina sucumbiendo. Esto es, el mar narrativo termina por tragarnos a todos, y nos convertimos en peces.

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