28.6.13

ataraxia

Mientras Mogwai suena en el fondo, y el café se enfría poco a poco, intento yo terminar una entrada acerca de aquella nada que es el todo que es la nada, mientras gente camina en círculos por el centro comercial al que da mi ventana. Leo la entrada y no se me ocurre nada. La frase, todo pasa por una razón, infecta el sentido de las palabras que tecleo, las asfixia cual puño cerrado, y pocas frases se escapan por entre los dedos. Va ya la cuarta pista de Les Revenants mientras busco el siguiente disco a tocar, tratando de inspirarme y de que mis dedos hagan algo más que rascar mi barbilla. Llevo dos semanas intentando decirle al mundo que el control y el libre albedrío son ilusiones, y que a pesar de ello todo estará bien, mas sólo pienso en salir a la terraza a gritar esto último. Mis índices golpetean el escritorio al ritmo de la canción, aprieto los labios, el cursor parpadea en el mismo lugar, el segundero avanza sin parar, pero las teclas no se mueven. Mis ojos están inquietos, temblorosos de ansiedad y deseosos porque la historia avance. No pasa nada. Estoy como muerto sobre el punto de la última frase. Busco excusas en el cuarto y en mi cajón y en el tipo sentado ahí afuera y en la chica que adorna con globos su tienda para seguir escribiendo. Nada pasa. El segundo disco de Mogwai toca ya la cuarta canción, siento como si un imposible mar de agua dulce trepara por las paredes y al llegar al techo se lanzase sobre mí, anudándome en agua, susurrándome palabras de amor al oído. Soy agua, soy notas, soy las once y treinta y uno de la mañana, soy la gente que se desea buen fin de semana mutuamente, soy sus risas, soy los ojos de un niño que se ha detenido a mirarme. Soy la nada que es el todo que es la nada mientras la música sigue corriendo cual agua que derrumba paredes. El segundero avanza sin parar. No hay nada, y sólo siento el momento.

"Hay decisiones que uno toma, y unas que no; y esto fue, es, y será. Y todo esto es inexpugnablemente un hecho. Alguien me ha dicho que tal falta de control le roba el sueño ya que ya de por si la realidad le sorraja tanto en la cabeza, que yo le diga que su control sobre la vida es tan grande como el de una piedra sobre la mano que la lanza le da asco hasta cierto punto existencial, y lo único que puede hacer al no dormir es arrollarse y llorar porque no quiere amargarse la vida. Lejos de ser la razón, o excusa, para sentarse a ver la vida pasar en vez de hacer algo, lo debería de ser para lo opuesto. La sucesión de eventos a borbollones es inevitable, aunque todo lleva cierto orden, a la vez que un hatajo de razón y razones imperceptibles. Ciertas veces he pensado en qué tanto he tenido que ver con el lugar en el que estoy hoy día. Siendo muy honestos, lo único que me queda claro es que la pereza ha marcado demasiadas cosas. Y de cualquier manera, los eventos que se han sucedido uno tras otro a un ritmo frenéticamente atronador son los que han permeado tal pereza, y no al revés. Si bien creo que una persona puede hacer, aunque preferiría decir causar toda la diferencia del mundo, también creo que la colosal bestialidad de la causa y efecto no tienen paragón en el por qué de las cosas. Puedo decidir qué comer, pero no que tal qué comer esté disponible. Por más que uno busque ocultarse de todo, el universo se desdobla sobre ese todo, sobre sí mismo, y se acaba encajando en el orden de las cosas. Por orden no busco hablar de un orden mayor o elevado proveniente de las manos del Señor, sino la forma tan caóticamente perfecta en la que el universo encaja sin ayuda."

Everything happens for a reason #TheLastOfUs

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