3.10.13

Porqué yo, y no tú

Has dejado de tomar mis llamadas, has dejado de contestar mis mensajes, y has dejado de querer hablar conmigo a pesar de todo lo que dijiste el año pasado. Sin duda crees que he cometido un error alejándome de ti, y tal vez tienes razón. Aunque, como con cada cosa que hago, hay un porqué. A pesar de la belleza entre tú y yo, de las noches en vela mirándonos sin hablar, a pesar de los tragos de vida que me has dado, y muy a pesar del sabor de tu sexo, la horrorosa sensación que me dejas en el corazón cada vez que te enfadas conmigo por yo no sé qué es suficiente para no tener convencimiento de querer estar contigo. No lo notas, y eso lo hace aún más duro. ¿Crees que de verdad quiero sentir ese desgarre que tus insultos rasos me causan? Tus excesos inconscientes son peores que cualquier daño que busques hacerme a propósito porque si te doy el menor indicio de una lágrima te ríes y me llamas "chilletas" de una forma tan calma, así que río de una forma que asocias con el sarcasmo, y cuando estoy en un rincón contigo lejos, puedo suspirar y pedir paciencia. Dices amarme, y no dudo que lo hagas, pero, siempre este maldito "pero", me amas al punto de querer asfixiarme con toda tu intensidad para que yo vea lo mucho que te importo y no pueda dejarte. No quiero dejarte. Me cuesta bastante trabajo hacerme a la idea de que puedo dejarte. Debo hacerlo. No tengo exceso de delicadeza, pero eres de un tono carmesí demasiado ardiente para mí. Tu piel raspa la mía sin tregua, tus demandas pesan más que todos los mares, y el desdén de tus ideas me llena de incertidumbre. Eres un ser hermoso, pero de una hermosura tan densa que más que indigna me siento abrumada. No tengo excusa para decirte lo que te digo, no tengo argumento para hacerte sentir mejor. Porque sé que te molestarás y pensarás en lo imbécil que soy, arrugarás esta hoja y la azotarás contra la mesa, darás vueltas por toda tu casa, te cruzará por la mente llamarme mas el orgullo te lo impedirá, y pasarás la noche llorando. Creerás que deberías de intentarlo una vez más porque me amas como a nadie más. Le pedirás fuerzas a dios para no irme a buscar. Mientras le sonríes a todo el mundo te irás desquebrajando por dentro. Y al final, me culparás de todo lo sucedido. No importa. No importa ya que yo estaré aquí sentada mirando la puerta y esperando a que aparezcas a pesar de saber que seguro te sentarás a contarle a alguien más cómo es que tan cobardemente me he alejado de ti. 

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