19.11.13

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¿Sabes? Te voy a contar una historia acerca de un pequeño pato de hule que quería conocer el mar. El patito en cuestión vivía en la tina de una niña llamada Beatriz, quien siempre que tomaba un baño era acompañada por el patito y una ranita de esponja, quien era la mejor amiga del patín de entre todos los juguetes. Patito, ¿por qué quieres conocer el mar? Es inmenso y azul profundo, no apto para alguien pequeño como tú. Además, si te vas, Beatriz se pondrá muy triste. El patillo lo tenía en consideración, pero el deseo era grande en él. Una vez, en el trascurso de ese año, la tía de la pequeña visitó a la familia para despedirse antes de mudarse a la costa. El pato escuchaba la conversación desde el lavabo de la cocina ya que la madre de Beatriz los lavaba a él y la ranita después de un chapuzón de barro en el jardín. El patito pensó que era su gran oportunidad ya que la madre y el padre de la niña odiaban el calor de la playa y hacía mucho que no se acercaban al mar. Patito, dijo la rana, se cuidadoso porque será difícil escabullirte en la maleta a la luz del día, y la tía parte hoy mismo. Pero el patito no lo dudó. Cuando habíasen ido todos a la sala para disfrutar el postre, el animalito de hule saltó por los aires propulsado por una cuchara de madera sobre la que brincó la rana. Rebotó contra el piso fuerte, se golpeó la cabeza contra la pata del desayunador, lo arañó el gato de la casa, se raspó la alita al abrir el zipper de la maleta de mano de la tía, se manchó con un plumón de aceite destapado, pero se encontró en la pequeña maleta y se sintió feliz. Cuando fue hora de partir, la ranita hizo lo que pudo por estar en la puerta para despedir a su amigo, pero no lo vio. Adiós amigo, se dijo a sí misma mientras saltaba hacia el baño en el fondo de la casa.  La primera noticia que tuvo Beatriz de la tía fue cuando ésta les mandó fotografías de su primera tarde en la playa, acompañadas de un pequeño mensaje: Lo más maravilloso ha pasado; he encontrado este patito de hule en mi maleta de mano mientras buscaba cigarrillos  ya que me sentía un poco sola, pero al verlo y recordar a Beatriz y a ustedes, he sonreído y me he sentido mejor. Prometo cuidarlo y regresarlo tan pronto pueda. Beatriz al escuchar lo que su padre leía le pidió que le escribiera a la tía que el patito sería feliz allá, que ella lo sabía, y que de ahora en adelante sería su amigo cuando se sintiera sola, mas que cuando no también. Y mientras el padre tecleaba el mensaje, la ranita en la mano de la pequeña, quien acaba de tomar un baño, sabía que el pequeño pato de hule color amarillo sonreía, bañado en felicidad.

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