30.1.14

dyslxia

Soy disléxico. Lo cual quiere decir que hay una razón más allá de mi control para mi aparente torpeza para escribir a mano sin errores - sobretodo si hablamos de oraciones largas -, para decir algo concreto sin meter una palabra o idea que no tienen absolutamente nada que ver, o como leí por ahí, para expresar emociones a través del lenguaje de una forma clara y concisa. La amiga Yatzil me preguntaba alguna vez por qué esa obsesión con la escritura en inglés si el español era lo suficientemente lírico y hermoso para sacarlo todo. Tengo broncas para acentuar, le dije. Claro, no le iba a decir que mi concentración mientras hablaba o escribía en español se podía romper fácilmente y el resultado más que incomprensible, acabaría siendo patético. Y con esto me refiero a una sarta de palabras que no llevarían más sentido que el que yo le diese. Ahora, éste no es un ejercicio de martirio queriendo levantar algún tipo de empatía por mi caso, porque, de menos, creo no estar tan mal. Al fin y al cabo puedo escribir textos con errores que detecto mientras escribo - ya llevo once -, o cuando releo algo. Y creo poder vanagloriarme en el hecho de que lo que he subido al blog en los últimos dos años, lo que está en español, tiene de menos la claridad necesaria. Obvio, hay chistes locales, anécdotas escondidas aquí y allá, ciertas cosas que sólo alguien más entenderá, pero eso no quiere decir que lo escrito sea ininteligible. Además de que finalmente puedo teclear palabras sin ver el teclado de vez en vez. Tampoco es que me queje de lo que unos graciosamente llaman habilidad diferente, y otros tontamente etiquetan como incapacidad. El punto es simplemente que si algo ha moldeado la forma en la que percibo el mundo es esto.

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