9.4.14

Carta de Joyce a la Sra. Barnacle

Hoy estás en otro lado de este planeta y me pregunto si mientras yo escribo esta misiva tu piensas en mí y en el calor de mi cuerpo junto al tuyo. Hoy te veré amada mía, hoy te tomaré en mis brazos como si tuviera años que no te veo. Quiero escuchar tu voz contarme de tu día, de qué tal dormiste, de cuánto te ha gustado lo que he escrito. Quiero agradecerte abrirme tu casa el fin de semana pasado, recibirme con los brazos abiertos y despedirme como siempre con un beso. He tenido dos sueños contigo. Es un poco sonrojante contarte que en uno estabamos desnudos en una cama, atados de cuerpo, con tus labios creando ese silencio perfecto que sólo los besos saben anidar. El sabor a sal de tu sudor me nubla la mente porque mientras muerdo tu cuello y tú acaricias mi cuerpo, el tiempo es un borrón inservible y el universo entero tiene el propósito único de estar aquí para que tú existas en él. Siento como tus uñas rasgan mi espalda, como tus dientes llevan la piel de mi pecho al límite. Tu sexo apretando el mío mientras tus caderas suben y bajan a un ritmo perfecto. Así mi voz se pierde ante el placer que me invade, así mi corazón se volca en mi respiración entrecortada. El alma habla a través de nuestros gemidos porque, ¿que sería de ella sin este placer? En el otro sueño estamos en un jardín, sentados en un mantel a cuadros porque yo no olvido tu alergia al pasto. Cada quien lleva un libro en una mano, y la mano del otro en la otra. Me preguntas si soy feliz a tu lado, mientras nubes blancas juegan a perseguirse bajo el sol. Asiento y me besas en la frente y yo hago lo mismo. Me pides que te sirva un poco más de jugo mientras te acomodas el cabello y cambias de canción. ¿Sabes? Sé que a veces me comporto como un chiquillo malcriado contigo, que me pierdo en mis ideas y parece que floto a la deriva, pero no pienses mal de mí. Mientras miro a través de ventana, mientras pienso en cómo terminar esta carta, siento como si estuvieses aquí a mi lado y la leyeras mientras yo escribo, y juegas con mi cabello. Es una carta, son palabras lindas, palabras que no te digo siempre, que a veces parecen perderse en un mal rato mío, pero que no dejan de ser una representación humilde y a veces poética de lo que me inflama el corazón. Son las palabras más honestas de este hombre que cuenta las horas para estar contigo, que te hablado mientras duermes, que ha sentido tus caricias mientras está dormido.

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