21.4.14

Sonso

Podría decir que todos conocemos la triste historia de aquel viajero que buscando aquello que superficialmente se llegó a llamar "el tesoro más grande jamás recaudado", se dio de bruces contra la vacuidad no de su avaricia, sino de su estupidez. Vi Mal creció rodeado de pléyade de fanfarrones que en muchas ocasiones abusaron de las vastas reuniones familiares de los domingos por la tarde para alardear acerca de los hallazgos que lograron. Atrevo usar "fanfarrones" porque esta lengua tan común como en la que escribo no abarca la profundidad y precisión con que el término "ybilyix" describe a los miembros de la familia de Vi. Tal palabra no sólo los insulta, sino los encasilla, los restituye, los apapacha con una canastilla de chocolates wilfrianos, para al final mandarlos al culo del universo conocido. Así que el joven Mal escuchó hasta el hartazgo cuentos de aventura que le llenaron la mente de hambre de gloria, por lo que decidió que no sería un amateur de la exploración, y sería el primer profesional del pasatiempo familiar. Vale decir que buscando honrar a su vicevicevicevicevicetatara abuelo, se clavó en los libros de historia exploratoria de la universidad de Segmur Gogomer Rogbur, escuela que logró tener un precio de admisión tan desproporcionado dado su gran prestigio que comenzó a cobrar de cero una vez más al haber sido imposible contar más allá de los nueve mil novecientos noventa y nueve pelillones que llegaron a percibir por semestre, y amargamente descubrió que aquel que había iniciado su familia después de un loable incidente con una bestia Bq y la honrosa compra de un apellido deshonroso sólo había logrado encontrar el baño de su casa seis de siete noches a la semana, y descifrar la cerradura de éste cinco de las mismas seis, esto último no sin sufrimiento. Vi Mal resolvió ahondar en la completa historia de exploración de su familia, y lleno de horror y de frustración descubrió que todo cuento dicho en aquellas reuniones eran la exageración de singulares pero insignificantes logros. Cualquiera de ustedes podrá preguntarse cómo encontró los malogrados logros de sus parientes en un libro de una universidad de tanta alcurnia, como aquel descubrimiento de un paquete de papel sanitario perdido en el techo de la casa del tatara abuelo de Vi, el cual este hombre contaba como el hallazgo del cargamento perdido de diez mil millones de rollos de papel sanitario entre Gramula Alfa y Gramula Beta cuando una banda de piratas malecheros los asaltó para ver la cara que ponían ya que era un inofensivo cargamento, mas cabe hacer memoria que la máxima autoridad en exploración, la NGS, se embarcó en la tarea seria de hacer un tomo de su prestigiosa enciclopedia acerca de los embustes a través de la historia, en el cual la familia Mal contaba con un indecoroso lugar. Lo que el libro y la misma NGS no sabían es que tal grupo de exploradores era más que una sarta de papanatas. Vi, depués de bajar el libro, salir azotando puertas y dar como tantos pasos tener dos piernas le permitieron al caminar a casa, gritoneó a su padre que no podía creer la deshonra que ahora le amargaba el corazón, que su pasado no valía nada, que ahora más que nunca buscaría ser lo que todos sus ancestros no habían logrado ser. Su padre simplemente sonrió y le dijo que si esperaba un año más conocería el más grande logro familiar, y se sentiría honrado de llevar el nombre que tenía, contra lo que Vi despotricó lanzando un vasito de helado de mixxmallïon al rostro de su progenitor. Se largó de casa con nada más que su vasta cartera, y el primer lugar al que decidió acudir fue la NGS a preguntar ligeramente cual era el mayor misterio en sus anales, a lo que el chico del mostrador respondió que desde hace doscientas generaciones una banda de origen desconocido se dedicaba a descubrir antes que la Sociedad cualquier tesoro de la cultura Ggezz que estuviera cerca de encontrarse. La banda hacía siempre la misma jugarreta a la Sociedad, dejándoles un pedazo de papel que decía, Gracias, pero nos hemos adelantado. Atentamente, Pior. La Sociedad tomó desde un inicio el reto de no perder jamás otro hallazgo de tal cultura, además de darse a la tarea de encontrar el escondite donde se amasaba aquella fortuna de múltiples robos, lugar que les constaba existía ya que en una nota de cuatrocientos cincuenta y ocho años atrás se leía, -Estos palurdos no saben que llevamos todos los tesoros a la misma caverna. ¡Ups!, tal vez no debí haber escrito eso, ni esto. Vi platicó largamente con el chico del mostrador, inquiriendo acerca de todo detalle que pudiera acercarle a una respuesta. Después de pasar con él el resto del día, el autodeclarado huérfano partió al hotel más cercano, buscó en la red dónde comprar equipo de exploración de cuevas, cavernas y cañones, y gracias a una de las más grotescas situaciones, dio con el aparente escondite de la banda de saqueadores. Ahora, hay que considerar que lo siguiente no es de manera un deus ex machina que le hará la vida más simple tanto a Vi Mal como al narrador de esta historia, sino un evento que se basa en el tan cacareado sexto sentido. Verán, Vi desde pequeño se guió por lo que sus corazonadas le decían. Por lo tanto, siempre pensó que tenía el corazón de un explorador, y que tal cualidad lo llevaría a la cima de su familia, descubriendo lo inimaginable y estirando el entendimiento y conocimiento de la historia de la galaxia. Todo esto suena cursi en demasía, pero tenemos que considerar que era un simple niño. Volviendo al tiempo inicial de este relato, notar un portal llamado Pior-Coleccionadores de arte Ggezz, el cual estaba vacío salvo por una nota que contaba que la gran mayoría de tal arte muy posiblemente había desaparecido por siempre gracias al vandalismo de unos cuantos, le lleno el corazón de sospecha ya que era muy difícil que alguien fuera de la NGS y las autoridades pertinentes conociera el nombre del firmante de las notas. Parecía obviamente muy arriesgado que si ese era en realidad el portal de la banda, se atreviesen a poner su dirección en la red. Sin embargo, la lógica dictaba que algo tan a la vista de todos podría ser completamente ignorado porque no podrían ser tan tontos los dirigentes de la banda. Así que, equipo y dinero en mano, el joven Mal se lanzó a la búsqueda de aquel lugar. Podría contarles el sinfín de problemas que encontró en el camino para llegar a la caverna en la que aparentemente se encontraban los cuarteles de los Coleccionadores Pior, mas se hace tarde y tengo ya deseos de dormir, por lo que me saltaré el detalle y me iré directo a lo escalofriante de lo que halló en la cueva. Las puertas de las aparentes oficinas de Pior se hallaban llenas de hielo y herrumbre, blancas y rojas a las vez, despidiendo un olor infernal a humedad y corrosión. A pesar del aspecto abandonado del lugar, Vi se acercó al intercomunicador y presionó el botón. Una suave voz robótica le respondió, Gracias por su visita a Pior-Coleccionadores de arte Ggezz. En este momento no podemos atenderle ya que nuestras arcas se encuentran vacías, por lo que todos nuestros ejecutivos se han suicidado, y no contamos con personal alguno que pueda atenderlo como se merece. Por favor, contáctenos vía eléctronica en un par de años para concertar una cita. Por cierto, si eres tú, Vi, el que toca a esta puerta, puedo decirte que tu padre odia el helado de mixxmallïon por sobre todas las cosas, así que ni de chiste podrás saber lo que planeaba contarte. Gracias. Sobra decir que Vi Mal salió fúrico de la caverna.

Pd. Para una narración completa de los eventos acaecidos antes de la llegada a la caverna, favor de consultar la próxima entrada. Gracias.

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